La enfermedad de Parkinson consiste en un trastorno progresivo del propio sistema nervioso que puede llegar a provocar problemas para tragar, moverse y bastante dolor.
Normalmente suele iniciarse con 60 años. Sin embargo, entre el 5% y 10% de las personas con enfermedad de Parkinson contraen una enfermedad de “inicio temprano” que empieza antes de los 50. Por otro lado, aunque se asocie siempre el Parkinson a gente anciana, existe un tipo de Parkinson, el Parkinson juvenil, que aparece antes de los 21 años y se trata de un caso excepcional. Normalmente suele surgir por causa genética, y no es muy común, supone el 0,25% de las personas que padecen la enfermedad de Parkinson.
En las etapas iniciales de la enfermedad de Parkinson, puede que tus brazos no se balanceen cuando caminas y que, incluso el habla se vuelva incomprensible.
Los signos y síntomas de la enfermedad de Parkinson son distintos para cada persona. De primeras, los primeros signos pueden ser leves y pasar desapercibidos, pero con el tiempo aumentan a medida que esta progresa con el tiempo. Se incluyen los siguientes:
- Temblores. Generalmente esto comienza en una extremidad, normalmente en la mano o los dedos.
- Lentitud en los movimientos (bradicinesia). Esto hace que las tareas simples sean difíciles y tardes más en hacerlas.
- Rigidez muscular. La rigidez muscular puede ocurrirte en cualquier zona del cuerpo. Este signo puede ser bastantes dolorosos e incluso limitan tu amplitud de movimiento.
- Alteración de la postura y el equilibrio. Tu postura puede volverse encorvada y además, puedes llegar a tener problemas en el equilibrio.
- Pérdida de los movimientos automáticos. Es muy posible que se reduzca la capacidad para realizar movimientos involuntarios, como parpadear o sonreír.
- Cambios en el habla. Comienzas a hablar más suave, más rápido, e incluso puedes empezar a insultar o dudar antes de hablar.
- Cambios en la escritura. Te suele resultar cada vez más difícil escribir.
Aunque se desconoce la causa o las causas de la enfermedad de Parkinson, aunque varios factores parecen influir, como los siguientes:
Genes. Algunos investigadores han descubierto que ciertas mutaciones genéticas, muy específicas, pueden ser causantes de la enfermedad de Parkinson. Son poco comunes, a menos que muchos miembros de la familia posean esta enfermedad.
Desencadenantes ambientales. La exposición a ciertas toxinas o factores ambientales puede aumentar el riesgo de Parkinson en el futuro, pero se trata de un riesgo relativamente menor.
La edad. Los adultos jóvenes rara vez padecen la enfermedad de Parkinson. Suele comenzar en etapas medias o avanzadas de la vida, y el riesgo de que ocurra aumenta con la edad.
Sexo. Los hombres son más propensos a desarrollar la enfermedad de Parkinson que las mujeres.
La enfermedad de Parkinson a menudo viene acompañada de estos problemas:
- Dificultad para pensar
- Depresión y cambios emocionales.
- Problemas para tragar.
- Problemas para masticar y comer.
- Problemas para dormir y trastornos del sueño.
- Problemas con la vejiga.
- Estreñimiento.
A pesar de que la enfermedad de Parkinson como sabemos no tiene cura, existen medicamentos que podrían mejorar de forma notable los síntomas. A veces, el médico puede sugerir que se le realice una cirugía en determinadas zonas del cerebro y así mejorar los síntomas.
Los cuidados paliativos en pacientes con Parkinson deberán incluir lo siguiente:
De primeras, debe haber una buena comunicación entre el enfermo y el enfermero. Intenten enfocar su atención en palabras claves o establezcan señas con las manos u otros gestos que indiquen las respuestas sí y no a las preguntas. Aunque puede llegar a ser dificultosa, es importante hacer que la persona enferma exprese sus pensamientos y sus ideas en la medida de lo que pueda.
Brindar ayuda para movilizarse. Las personas en la etapa avanzada de Parkinson a menudo necesitan ayuda para moverse y desplazarse de hecho hay que tener presente que una persona puede necesitar ayuda durante ciertas horas y ser totalmente independiente durante otras. Hay que ayudarles según sea necesario.
Brindar ayuda para comer. Las personas que padecen la enfermedad pueden llegar a presentar mayores dificultades al ingerir alimentos o líquidos.
La higiene dental. Con el fin de prevenir problemas dentales serios y el desarrollo de otras enfermedades, la higiene bucal debe ser una parte importante de la rutina diaria.
El uso del inodoro.
El cuidado de la piel.
En el caso de una caída. Los accidentes pueden suceder cuando menos nos lo esperamos. Por ello, es conveniente planificar con anticipación la mejor forma para ayudar a levantar a la persona que se ha caído. Y para ello se debería consultar con un terapeuta físico para que les enseñe las técnicas adecuadas y más seguras.
Cambios en el pensamiento. No todas las personas desarrollan cambios graves en el pensamiento, pero es importante darse cuenta de estos cambios y adaptarse a ellos.
Como material suplementario, le dejamos un pequeño vídeo sobre una persona que padeció Parkinson de forma muy temprana, es decir, lo que se conoce como Parkinson juvenil.
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